La
ralentización del rebote post-confinamiento, que está obligando a revisar a la
baja las previsiones de crecimiento de un gran número de países, ha llegado
también a Venezuela. El país caribeño va camino de marcar su octavo año
consecutivo de recesión, un periodo en el que su economía ha borrado el 80% de
la riqueza que tenía antes de que Nicolás Maduro se hiciera con el poder. Pero
la recesión ha tenido un efecto positivo: la hiperinflación se está frenando, y
podría terminar a principios de 2022, justo antes de batir el récord histórico
de la crisis más larga de la historia, que sigue teniendo Nicaragua.
Los
datos del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), una de las pocas
instituciones independientes que ofrecen información económica del país, apuntan
a una caída del 2,7% en los primeros nueve meses del año. Unas cifras muy
lejanas a las que esperaban analistas como Credit Suisse, que en junio avistó un crecimiento del 4%,
o Ecoanalítica, que se aventuraba con un 8%.
Si la caída se confirma, será el octavo año consecutivo de caídas: desde 2013, Venezuela vive en una recesión permanente, por una mezcla de las caóticas políticas económicas del chavismo, el hundimiento del precio del crudo y la destrucción de la petrolera estatal PDVSA, que ha reducido al mínimo la producción de la que es su principal exportación. A eso se le suma la inestabilidad social, las sanciones de EEUU a lo que queda de PDVSA y, en los últimos dos años, el covid.
Se
acerca el fin de la hiperinflación
El dato
más positivo, por contra, es el frenazo a la hiperinflación. Los precios se
desbocaron a finales de 2017, registrando la primera subida intermensual por
encima del 50%, lo que se considera el inicio de un episodio
hiperinflacionario. Y desde entonces no han logrado cerrar un periodo de 12
meses sin una subida mensual del 50%, que es lo que se necesita para dar por
finalizada la crisis. En el último año, sin embargo, los precios tocaron un
máximo con una subida del 55% mensual en enero, se quedaron en un 50,9% en
febrero, y se han mantenido muy por debajo de esa cifra en los meses
posteriores. En septiembre solo subieron un 9,7%, y las miradas están puestas
ahora en los meses navideños y los efectos de la crisis inflacionaria mundial.
Si los
precios se mantienen por debajo de la cifra mágica, podrían poner fin al
episodio hiperinflacionario en el próximo mes de febrero tras 53 meses, la
segunda crisis más larga de la historia. Por delante solo estarían los 58 meses
de subida desbocada de precios que experimentó Nicaragua entre 1986 y 1991.
La
clave de esta bajada de la inflación -que aun así deja un acumulado anual de
más del 500% y casi un 1.500% interanual- se debe al establecimiento,
semilegal, del dólar como moneda de uso corriente en el país. Tiendas de todo
tipo se han apresurado a fijar precios en la divisa estadounidense, olvidándose
del ultradepreciado bolívar. La recuperación de los precios del petróleo han
inyectado más divisas en el país, y el Banco Central de Venezuela (BCV) se ha
dedicado a lanzar dólares baratos al mercado para favorecer las importaciones y
calmar la espiral de precios provocada por la escasez que ha dominado el país
desde hace años. Según José Guerra, portavoz del OVF, el BCV ha inyectado más
de 400 millones de dólares al mercado con un tipo de cambio barato para tratar
de controlar los precios.
A eso
se une que el Gobierno ha frenado de forma drástica el dinero que pueden crear
los bancos, aprovechando que la recesión permanente en la que vive el país ya
frena de por sí la demanda crediticia. Así, el crecimiento desbocado de la
emisión de bolívares se ha frenado, aunque sigue siendo bastante fuerte en
comparación con países desarrollados.
La
pregunta ahora es qué futuro inmediato le sigue a Venezuela. Puede ser que el
PIB finalmente empiece a rebotar en 2022, y que una estabilización económica
refuerce el sistema político autoritario implantado por Maduro. Pero hay otro
riesgo: que la crisis de Ómicron y la inflación mundial lleven al país a una
nueva recaída y que la situación social empeore. Predecir cualquier cosa en
Venezuela es una misión imposible.
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