Transitar por la vía que conduce hacia el
corregimiento San Faustino, zona rural de Cúcuta, que colinda con la frontera
con Venezuela, es ponerse en riesgo de muerte. Contrabando, delincuencia y
presencia de grupos armados ilegales están latentes cada minuto en esta
carretera.
Las miradas se fijan al paso de cualquier persona
extraña y una seguidilla de motociclistas va y viene por el sector.
El camino hacia la vereda El Porvenir, donde se
cometió el asesinato más reciente de esta zona, es tenebroso. Ni siquiera
a plena luz del día hay tranquilidad ni la seguridad está garantizada,
especialmente, porque las autoridades no tienen presencia en la zona.
La alerta del asesinato de Óscar Rivera, de 59 años,
como fue identificado por sus familiares, ocurrió aproximadamente a las 9:00 de
la noche del viernes, nuevamente, frente a la trocha conocida como El Portón
Amarillo.
Sin embargo, la complejidad del orden público en el
sector no permitió que la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc) llegaran al
sitio, por lo que solo hasta la mañana de ayer, miembros de la funeraria
Nuestra Señora del Carmen arribaron al sitio y se encargaron de llevar el
cadáver al Instituto de Medicina Legal.
Rivera recibió cuatro impactos de bala en la cabeza y
espalda. Quedó tendido sin camisa, en la mitad de la vía, frente a la
reconocida trocha de este sector.
“Lo que se sabe es que a él lo trajeron con otro señor
hasta acá y ahí lo mataron. El otro logró escapar y corrió a buscar a la
Policía de San Faustino”, dijo una persona que conoció el hecho.
Las vainillas calibre 9 milímetros quedaron en el
lugar donde fue atacada la víctima.
Se presume que el crimen lo cometieron miembros del
Ejército de Liberación Nacional (Eln), que se disputan a sangre y fuego
las arcas de las extorsiones y el contrabando que se mueve en la zona de
frontera.
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