La situación comercial, la diplomacia y la seguridad
fronteriza son asuntos prácticamente desatendidos que el siguiente gobierno
deberá replantearse. Le contamos qué proponen los candidatos en la materia y
qué piensan sobre las políticas de migración, un frente olvidado en la agenda
electoral.
El próximo presidente de Colombia recibirá una
relación prácticamente inexistente con Venezuela. Pese a que varios
sectores reconocen que el Estatuto Temporal de Protección (ETPV) sentó un
precedente en la región para atender a los más de 1,8 millones de venezolanos
en Colombia, la situación comercial, la diplomacia y la seguridad fronteriza
son asuntos prácticamente desatendidos que el siguiente gobierno deberá
replantearse.
Antes de arrancar, un poco de contexto: La
relación histórica con Venezuela era una de las más estratégicas y fluidas para
Colombia. Pero desde el 25 de febrero de 2019, la embajada y los 15 consulados
colombianos en ese país están cerrados por orden del presidente Duque. Por
otro lado, en su administración, Duque habló en más de una ocasión sobre la
“complicidad del régimen dictatorial de Nicolás Maduro” frente a la presencia
de grupos armados en territorio venezolano. Y reconoció a Juan Guaidó como
presidente interino de ese país.
¿Qué
proponen Petro y Hernández sobre las relaciones con Venezuela?
Gustavo
Petro: “El presidente de Colombia no tiene algún poder
sobre el presidente de Venezuela y sin una autoridad formal por encima del
Estado solo tenemos tres opciones: cooperar, agredir o aislarnos. Nuestro
gobierno no será uno de aislamiento ni de agresiones. Colombia será conocida
como potencia mundial para la vida. Esto significa que debemos cuidarnos de las
sospechas guerreristas en la región. Por lo tanto, nuestro gobierno mantendrá
canales de comunicación abierta con el gobierno democráticamente elegido de
Venezuela”.
Rodolfo Hernández: “Una de las primeras tareas que debe emprender un gobierno es restablecer relaciones, al menos comerciales, con todos sus vecinos y aliados, pues, de lo contrario, es como si en la práctica se autoimpusiera un embargo comercial”.
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