Los factores que empeoran la caída
Las ventas récord que se vieron en 2022 son historia, en 2023 aportará menos a la economía del país.
Tener casa propia es el sueño de miles de familias en Colombia, pero este año se han juntado varios factores que están haciendo mucho más difícil hacerlo realidad. Como pasa con otros sectores, el de vivienda se está viendo fuertemente afectado por la inflación, un dólar caro, las altas de interés y un panorama de desaceleración económica
Tener casa propia es el sueño de miles de familias en Colombia, pero este año se han juntado varios factores que están haciendo mucho más difícil hacerlo realidad. Como pasa con otros sectores, el de vivienda se está viendo fuertemente afectado por la inflación, un dólar caro, las altas de interés y un panorama de desaceleración económica
Mientras que la inflación tocó un máximo de 13,34 % anual y el dólar se mantiene aún sobre los 4.500 pesos, las tasas para créditos hipotecarios llegaban a 16,6 % en febrero, cuando un año atrás estaban en 11,6 %.
Los efectos de estos factores se están viendo reflejados en los desistimientos de compra, disminución en los desembolsos de créditos hipotecarios y de operaciones del 'leasing' habitacional y, por supuesto, en menos viviendas vendidas.
Los meses en los que se reportaban récords en ventas, como ocurrió en el primer semestre de 2022, ya son historia. Mientras que en febrero del año pasado se alcanzaron a comercializar más de 25.800 unidades, para julio ya se vendían solo 18.800 y el año se cerró sobre las 13.200 viviendas.
Pero la caída es más notable en febrero de 2023, un mes en el que se vendieron únicamente 9.920 viviendas —sumando Viviendas de Interés Social (VIS) y no VIS—, un 61,6 % menos si se compara con la cantidad de un año atrás.
Solo las VIS sumaron 6.655 unidades, un desplome del 64 %. Esta cifra es similar a la que se registró en los tres meses más complicados de la pandemia del covid-19: marzo, abril y mayo de 2020.
Además, el presidente de la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol), Guillermo Herrera, destaca que el tiempo para vender una vivienda social se ha duplicado en el país, pues en abril de 2022 era de cinco meses y en febrero pasado ya había subido a más de 10 meses, el más alto desde 2012.
Igualmente, se ha venido incrementando el inventario de viviendas terminadas sin vender. En el segundo mes de este año este indicador se ubicaba en 1,7 por ciento, una cifra que no se veía desde hace 10 años.
Otro tema que ha afectado al sector de vivienda ha sido el incremento en los costos de construcción. De acuerdo con datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), en febrero habían aumentado 14,18 por ciento anual. Las mayores alzas se registraron en Montería (14,80 por ciento), Manizales (14,67 por ciento) y el valle de Aburrá (14,66 por ciento).
“Son movimientos que claramente nos preocupan y que generan un reto a la productividad del sector y que también pueden generar problemas para el cierre financiero de los proyectos de vivienda que se están planteando hacia el futuro”, manifestó Guillermo Herrera.
Por su parte, el presidente del Grupo Empresarial Oikos, Luis Aurelio Díaz, considera que los precios de algunos insumos se podrían estar normalizando hacia junio próximo, lo que hace prever que habrá un segundo semestre muy prometedor para el desarrollo de la construcción.
Pero también cree que es necesario que el Ejecutivo brinde las condiciones para que las constructoras sigan fomentando el desarrollo de soluciones de vivienda que demandan las familias.
Además, espera que hacia mediados del año se logre controlar la inflación, lo que llevaría a que el Banco de la República reduzca sus tasas de interés para darle un mayor dinamismo a la economía.
“El entorno económico para 2023 no será fácil, porque seguirá impactado por la inflación y las tasas de interés; sin embargo, se vislumbra un escenario que invita al optimismo, precisamente por esa necesidad de adquisición de vivienda en algunos sectores, especialmente bajos y medios”, destacó.
Este difícil panorama hará que el Producto Interno Bruto (PIB) de edificaciones crezca solo 9,8 % en 2023, según estimaciones de Camacol, una cifra menor al 11,8 % del año pasado.
Caída en ventas de vivienda nueva ha afectado al sector de la construcción.
Los efectos de Mi Casa Ya
Para el presidente de Camacol, la suspensión del programa Mi Casa Ya desde octubre del año pasado también ha golpeado las ventas de vivienda en Colombia, ya que desde este mes se ha venido acelerando esta caída.
Sin embargo, se podría ver una recuperación en las cifras ahora que el Ministerio de Vivienda por fin va a reactivar este programa, que tenía en vilo a más de 40.000 familias que no habían podido firmar las escrituras de su casa por la falta del desembolso de este subsidio.
Con la expedición del Decreto 490 de 2023 ya quedaron en firme los ajustes que le hizo el Gobierno a Mi Casa Ya y a partir de mañana las familias pueden revisar su estado y los pasos por seguir en la página web del ministerio para iniciar o continuar su proceso.
En el transcurso del 2023 se adelantará una etapa de transición del programa, con el fin de asignar subsidios a las familias que ya tienen crédito aprobado, han realizado su negocio inmobiliario y cumplen con los requisitos del programa. El 15 de abril se realizará el primer corte para asignaciones, el cual se publicará el lunes 17 de abril.
Además, el ministerio decidió ajustar el requisito de clasificación del Sisbén IV para que más hogares se puedan postular. Por lo tanto, se tendrá un único criterio a nivel nacional, por lo que hogares clasificados entre los subgrupos A1 y D20 podrán postularse para ser beneficiarios.
Aquellos hogares clasificados entre los subgrupos A1 y C8 recibirán un subsidio a la cuota inicial de 34,8 millones de pesos, y a los hogares entre C9 y D20 se les otorgará un auxilio de 23,2 millones de pesos, teniendo en cuenta que el salario mínimo para este año es de 1,16 millones de pesos.
Casas sociales para arrendar
El presidente de Camacol, Guillermo Herrera, plantea que otra forma de promover el acceso a la vivienda es generando nuevos mecanismos para que grandes inversionistas institucionales puedan desarrollar proyectos de Vivienda de Interés Social (VIS) para arrendar, sobre todo para aquellos hogares de menores ingresos que hoy en día gastan más de lo que deberían en un alquiler y que no cumplen con las condiciones necesarias para contratar un crédito hipotecario.
“Esta es una propuesta donde no necesariamente el hogar tiene que convertirse en propietario. En Colombia hay un mercado de arrendamiento de VIS por parte de personas naturales que compran como inversión, pero creemos que esto se puede elevar aún más para tener mecanismos fiduciarios o fondos inmobiliarios que puedan promover esto a gran escala”, explicó.
LINA QUIROGA RUBIO
EL TIEMPO - ECONOMÍA Y NEGOCIO
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