Policías asesinados.
La noche del sábado 6 y la madrugada del domingo 7 de diciembre se convirtieron en una cadena de ataques coordinados que estremecieron a todo el Área Metropolitana de Cúcuta. En menos de cuatro horas, tres hechos violentos golpearon a la Fuerza Pública y sembraron zozobra entre los habitantes de Cúcuta y Villa del Rosario.
Ataque al CAI Morichal dejó dos
policías heridos
La Policía Metropolitana de Cúcuta confirmó que a
las 10:45 p. m. del sábado se registró un violento ataque contra el CAI
Morichal, en Villa del Rosario.
Dos uniformados resultaron heridos en medio del hostigamiento armado y fueron
trasladados de inmediato a centros asistenciales. Ambos permanecen estables y
bajo observación médica.
Dos policías asesinados en La
Concordia en un ataque letal
Minutos después, un segundo hecho estremeció aún
más a la ciudad:
En el Anillo Vial Oriental, cerca de Colinas del
Tunal en el barrio La Concordia, una patrulla de la Policía fue emboscada. En
el ataque murieron el Intendente Franklyn Alfonso Guerrero y el Subintendente Jairo
Andrés Holguín Calderón.
El ataque ocurrió justo antes de la activación de dos
cargas explosivas instaladas en ese mismo corredor vial, muy cerca del centro
comercial Jardín Plaza, y en simultáneo con la agresión al CAI del Morichal.
Explosiones en el Escobal durante
la madrugada
Un tercer episodio violento se registró hacia la
madrugada del domingo en el barrio El Escobal, donde los habitantes reportaron fuertes
detonaciones, que incluso habrían provocado un apagón en la zona. Las
autoridades verifican si este hecho está relacionado con la cadena de ataques
previos.
Ataques al Inpec: un funcionario
herido y una escalada que preocupa
El terror no solo golpeó a la Policía. El Inpec
también vivió otro episodio crítico.
A las 3:45 p. m. del viernes, a las afueras del Complejo Carcelario de Cúcuta,
un guardián que acompañaba a un detenido que acababa de obtener libertad
condicional fue atacado por sicarios en motocicleta.
El funcionario Óscar Rodríguez, de 38 años, resultó
herido y permanece en recuperación. Las primeras hipótesis indican que el
atentado iba dirigido contra el ciudadano que recuperó su libertad, quien salió
ileso.
Este ataque se suma a una escalada nacional que en
el segundo semestre ha dejado cuatro guardianes asesinados y múltiples
atentados contra funcionarios de la institución.
En Cúcuta, las fuentes del Inpec señalan que este
año se han registrado dos ataques con explosivos cerca de la cárcel, un hostigamiento
armado, e incluso intentos de asesinato como el ocurrido en junio contra José
Gabriel Chacón, atacado a disparos en el barrio Valle Esther.
Autoridades señalan al Eln como
responsable de los ataques simultáneos
Las primeras investigaciones apuntan a que estos
hechos simultáneos habrían sido perpetrados por el Eln, en respuesta a
recientes operaciones ofensivas de la Fuerza Pública contra esa estructura
criminal en Norte de Santander.
El despliegue coordinado de explosivos, emboscadas
y hostigamientos refuerza la hipótesis de una acción planificada y de gran
capacidad operativa, que busca generar terror, presión territorial y
retaliación.
Cúcuta y Villa del Rosario vivieron una noche de
terror que desnuda, sin máscaras ni eufemismos, la fragilidad de la seguridad
en la frontera. No son hechos aislados: son ataques deliberados, ejecutados con
precisión militar y dirigidos contra la institucionalidad.
Editorial: Un alcalde ausente frente a
una ciudad bajo fuego
Lo ocurrido este fin
de semana en Cúcuta y Villa del Rosario no solo revela la ofensiva criminal del
Eln. También deja al desnudo algo igual de grave: la ausencia total de liderazgo
del alcalde Jorge Acevedo en materia de seguridad.
Mientras la ciudad
arde, mientras los policías son asesinados, mientras los guardianes del Inpec
son atacados y mientras los barrios viven entre explosiones, apagones,
asesinatos, la administración municipal sigue atrapada en la improvisación, el silencio y la
inoperancia.
Cúcuta no tiene una
estrategia clara de seguridad.
No hay un rumbo, no hay un plan articulado, no
hay prevención, no hay inteligencia urbana, no hay inversión real en
convivencia ni control territorial.
La ciudadanía se siente sola.
Los uniformados se sienten expuestos.
Y el gobierno local permanece en una cómoda
distancia institucional, como si lo que ocurre fuera responsabilidad de todos…
menos del alcalde.
La pregunta es
obligatoria:
¿Dónde está Jorge Acevedo cuando la
ciudad que gobierna se desangra?
¿En qué momento piensa asumir la conducción
política que exige la crisis?
¿O su respuesta seguirá siendo esperar a que el
Gobierno Nacional y la Policía carguen solos con el peso de una frontera
abandonada por su propio mandatario local?
Cúcuta necesita un
liderazgo firme, presente y decidido. Pero lo que tiene es un alcalde que
observa los hechos desde la barrera, que se limita a pronunciar mensajes
genéricos y que no ha presentado una sola política robusta que enfrente la
criminalidad que hoy controla barrios, corredores viales y, cada vez más, la
vida cotidiana.
La seguridad no es un
asunto de comunicados.
Es gestión, es presencia en los territorios, es
coordinación real, es capacidad para anticipar riesgos y enfrentar estructuras
armadas con estrategias integrales.
Cúcuta está sola.
Y lo peor:
está sola porque su alcalde decidió no estar.
Una ciudad bajo fuego no puede darse el lujo de seguir bajo un gobierno que mira hacia otro lado.
La ciudadanía exige respuestas.
Exige liderazgo.
Exige seguridad.
Exige, sobre todo, un alcalde que gobierne… y
no uno que desaparezca cuando más se necesita.
El mensaje de este fin de semana es claro: el
crimen organizado quiere imponer su ley en la frontera.
La respuesta no puede ser tibia. No puede llegar
tarde.
Porque mientras eso ocurre, la ciudad sigue
contando muertos.
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