¿Por qué
tanto miedo? La pregunta ronda en el intenso calor de Barranquilla y a nadie se
le ocurre una buena respuesta. Pero puede haber una: porque los puntos se han
ido acabando sin que la Selección Colombia logre sumar de a tres, porque para
rematar se escondieron los goles y porque a estas alturas, si no se gana todo
lo que queda en Barranquilla, se habrá esfumado el sueño Catar 2022. La
realidad de Colombia es que ocupa, con algo de fragilidad, una quinta casilla
amenazada por Chile (cuarto) y Uruguay (sexto), que tienen las mismas 16
unidades y una discusión en la diferencia de gol. No tiene nada seguro. El
equipo nacional necesita 10 de los 15 puntos en disputa, lo que explica la
urgencia de ganar los tres partidos que le restan en casa (Paraguay, Perú y Bolivia)
y de arañar algo en las visitas contra Argentina y Venezuela. El que no se
inquiete ante ese escenario no sería humano. Por eso el partido de este martes
(6:00 p.m.) es tan exigente no solo para los jugadores sino para el propio
entrenador, cuyo desafío es romper el molde, apostar por todos los que le
ofrezcan ideas, incluso si el riesgo es perder equilibrio o sacrificar a
jugadores que han hecho buen trabajo. Una primera opción, que pasaría por
'patear el tablero', pasa por apostar a un 4-1-4-1, con nombres y hombre de
pura vocación ofensiva: en el medio podría ser un solo volante de marca, del
corte de Lerma o Cuéllar, para abrir opciones unos metros más arriba con los
extremos de siempre, Cuadrado y Díaz, pero interiores como James, Muriel, Valoyes
o hasta Arango, pensando en multiplicar los que lleven la pelota al área rival.
¿Muy arriesgado? También se puede mantener el 4-2-3-1 que se ha usado antes, con un cabeza de área como Cuéllar o Lerma y uno de salida como Cantillo. Los tres de arriba serían Cuadrado y Díaz y James de media punta y arriba un referente como Zapata o Borja.
Lo otro sería defender el 4-4-2 que ha garantizado seguridad defensiva, pero con perfiles más de ataque, retrasando a Cuadrado como lateral para abrir espacio a un James que iría como mediocampista por derecha, Díaz por izquierda, y con Santos Borré y un 9 entre Duván y Borja.
Funcionan
todas las combinaciones, pero sin duda la necesidad es apostar a algo nuevo,
resolver con otro modelo que no sea el de los últimos cuatro partidos.
¿Demasiado riesgo? Sí. Pero no hay de otra.
Lo que
no puede fallar, para que el riesgo tenga un mínimo de seguridad, es la línea
posterior en el juego aéreo, tradicional fortaleza de los paraguayos, ni el
costado derecho, por donde ataca Almirón, el mejor hombre del rival.
Lo que
no puede pasar es que juguemos a los mismo para obtener siempre el mismo
resultado. Lo que haya que sacudir, que se sacuda. El día es este martes. Con
valor, sin miedo, con confianza. Ganar ya no es lo importante; ahora es,
literalmente, lo único.
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