La caída de la actividad turística en el estado
Bolívar a raíz de la pandemia y extendida por la escasez de combustible,
destruyó el modelo económico que sustentaba a las comunidades indígenas que
hacen vida en el sur del estado, forzándolos a dedicarse al extractivismo para
poder comer.
El Arco Minero del Orinoco, iniciativa impulsada por
el Ejecutivo nacional en 2016, tiene un alto costo para las comunidades
indígenas que, debido al uso de mercurio ven contaminadas las aguas y tierras
que antes cultivaban para comer. Asimismo, la pandemia, los altos índices de
criminalidad y la escasez de combustible han provocado una baja en la actividad
turística que, años atrás, era su principal fuente de ingresos.
El presidente de la Cámara de Turismo del estado
Bolívar, Gilbert Almarza, denunció que el 60% de los indígenas que se dedicaban
al turismo ahora están en las minas. Asimismo, Almarza asegura que el hambre es
lo que los obliga a desarrollarse como mineros, ya que no es una actividad para
la que se hayan preparado ni que disfruten.
“Los pemones son muy ganados a la actividad turística
y son buenos en eso. Tienen buena prestancia del servicio y han aprendido a
hacer desarrollo turístico. Ellos tuvieron que emigrar a zonas mineras. Ahora
que la actividad turística se está reiniciando, están regresando a ella. Es lo
que les gusta. He hablado con muchos y tan pronto empezó a moverse el turismo
regresaron a sus labores. Saben que con el turismo sus tierras ancestrales pueden
tener un mejor cuidado”, explicó el gremialista.
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