Migrantes venezolanos: víctimas y victimarios

De acuerdo con Migración Colombia, hasta finales de 2021 habían ingresado al país cerca de 1’900.000 migrantes venezolanos. Bogotá es la ciudad que ha recibido el mayor número, con el 21 por ciento; le siguen Medellín (8 por ciento), Cúcuta, Barranquilla y Cali (5 por ciento cada una), Cartagena (3 por ciento) y Santa Marta, Bucaramanga, Maicao, Soacha y Riohacha (2 por ciento).

Una migración económica y social que, como la colombiana hacia otros países, está compuesta por ciudadanos y ciudadanas que buscan mejores oportunidades de ingreso y bienestar para ellos y sus familias. Procesos migratorios masivos que, en la mayoría de los países receptores, algunas autoridades y un buen número de ciudadanos los ven como una amenaza para la estabilidad económica y la seguridad de sus habitantes.

Colombia no ha sido la excepción. 1) Porque en toda su historia no había tenido que atender una migración tan alta como la que se ha registrado desde 2016; 2) porque a pesar de los esfuerzos del Gobierno Nacional y los locales para atender las demandas de los migrantes venezolanos, el alto número rebasó la capacidad de las autoridades y, 3) no son pocas las autoridades y ciudadanos que los ven como los culpables del incremento del desempleo y la inseguridad en algunas ciudades y regiones del país.

Frente a este último punto, hay que reconocer que la gran mayoría de los migrantes son personas trabajadoras y honradas que están buscando oportunidades económicas, sociales y de desarrollo para ellos y sus familias. Pero también hay que reconocer que en todos los procesos migratorios, incluido el de los colombianos hacia otros países, se entremezclan algunas personas que se dedican a actividades delincuenciales, comenzando por los que se lucran con la explotación de la migración y de los migrantes; otros que explícitamente tienen como objetivo delinquir en el sitio de llegada y unos más que, ante la falta de oportunidades, terminan involucrados y explotados realizando acciones delincuenciales para organizaciones criminales. Un pequeño grupo que con sus acciones delincuenciales termina afectando la imagen de la gran mayoría de migrantes honrados.

Por otro lado, adicional a la condición vulnerable de migrantes y de ser en algunos casos discriminados, pasan casi inadvertidos los distintos hechos en que son víctimas de violencias.

Dos “caras de la misma moneda”, víctimas y victimarios, que deben ser reconocidas en su verdadera dimensión para valorar de mejor manera la incidencia de la migración en estos hechos, para que el Estado colombiano pueda tomar medidas para atender esta problemática, con base en información cierta y para evitar las generalizaciones que afectan de manera grave a esta población.





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