Cómo Aruba pasó de ser un país petrolero a vivir del turismo: ¿un espejo para Colombia?

A mediados de los 80 esta isla caribeña dejó atrás el crudo, revolucionó su modelo económico y ahora el turismo representa el 80% del Producto Interno Bruto.

Disfrutar de la playa en Manchebo Beach, de un paseo por las coloridas calles del distrito San Nicolás o visitar la planta de Aruba Aloe son algunos planes que ofrece la isla. FOTO
CORTESÍA ATA

A menos de dos horas en avión desde Medellín se encuentra una isla que antes era conocida por tener una de las refinerías más grandes del mundo, pero hoy brilla por alojar algunas de las mejores y más famosas playas en todo el planeta. Se trata de Aruba, un territorio autónomo del Reino de los Países Bajos, cuya economía depende en un 80% del turismo.

Si bien lo primero que viene a la mente al pensar en este destino caribeño son sus cristalinas aguas marinas y la blanca arena de sus playas que más de un turista ha tratado de llevarse como recuerdo, hay muchas más cosas sorprendentes. Incluso, Aruba tiene algunas lecciones para compartirle a Colombia.

Un destino ‘premium’

Jordan Schlipken, director de la Autoridad de Turismo de Aruba (ATA) para Latinoamérica, no tiene pelos en la lengua para decir que el país busca marcar la diferencia en el Caribe. “Queremos posicionarnos como destino premium, pero accesible (...) en Aruba no vas a encontrar un hotel de 70 dólares como en Punta Cana o Cancún; estamos hablando de hoteles de 125 a 150 dólares, con desayuno incluido, por noche”.

Es que en esta isla, que habitan 100.000 personas, fácilmente podría existir un “boom” de hoteles, pero actualmente hay solo 13.000 habitaciones porque la idea es ser un destino sostenible, donde haya espacio y los viajeros puedan tener diversión, pero también tranquilidad.

La estrategia está siendo ganadora. El año pasado el turismo le dejó cerca de US$2.500 millones, y para este el monto seguiría al alza, pues se estima que llegarán 1,2 millones de turistas. Los principales viajeros provienen de Norteamérica –representan el 85%–, y a estos les siguen los latinoamericanos (10%) y los europeos (5%).

Desde Colombia, particularmente, arribaron 35.000 personas en 2022 y este año se espera que la cifra incremente a 40.000, lo cual sería histórico y no sorprende para nada entendiendo que a las paradisiacas playas arubeñas se les suman un artístico distrito de San Nicolás que cuenta las historias de la isla y de artistas del mundo a través de coloridos murales, así como su gastronomía y la atractiva arquitectura con un toque neerlandés.

Cambio de horizonte

Este modelo ganador es, a todas luces, un espejo para Colombia, cuyos últimos gobiernos han pregonado la idea de hacer del turismo el “nuevo petróleo”. Una premisa muy buena sobre el papel, pero que en la realidad es, por decir lo menos, complicada, pues por ejemplo los ingresos de Ecopetrol el año pasado –$159,5 billones– fueron equivalentes a casi el 11% del PIB nacional, lo cual demuestra la alta dependencia del crudo.

En su caso, los arubeños –o arubianos, como prefieren ser llamados– recuerdan que hacia 1924 en el sur del país entró en operaciones la refinería petrolera Lago Oil, que llegó a ser la mayor generadora de empleo en la isla con hasta 8.300 personas laborando. Su éxito fue tal que le tomó menos de 30 años alcanzar los 2.000 millones de barriles producidos.

Las productivas cifras la convirtieron en un referente global, al punto que en la Segunda Guerra Mundial se convirtió en el sitio estratégico para suministrar combustible a aviones de las potencias Aliadas, lo que incluso le costó estar en la mira de los alemanes.

No obstante, la fuerte volatilidad en los precios del crudo sumada al paso de los años y el envejecimiento y menor productividad tanto de la refinería Lago Oil, como de la segunda más importante conocida como Eagle, fueron haciendo mella y en 1986 el Gobierno de Aruba decidió dar un paso definitivo hacia el turismo como motor económico, una idea que rondaba y venía trabajándose desde 1950.

El país concentró entonces sus esfuerzos en esta industria, mientras que las refinerías quedaron solo en el recuerdo, salvo algunos intentos por obtener uno que otro barril en años posteriores.

Así, se impulsó la infraestructura hotelera y se estableció la zona costera entre Oranjestad (capital de Aruba) hasta California Point como el corazón turístico y objeto de las inversiones para el desarrollo del país.


Conectividad, la clave

Hoy, dice Jordan Schlipken, de ATA, 4 de cada 5 empleos están en actividades asociadas al turismo, y para que el negocio sea sostenible Aruba trabaja en “diversificar” el tipo de viajeros que recibe.

Quiere decir que como hoy el 85% de quienes arriban son estadounidenses y canadienses, la apuesta es subir la participación de europeos y latinoamericanos, pues como en todo negocio o incluso en la vida misma no es saludable depender de un solo tipo de cliente o persona.

“Estamos nivelando los riesgos por si en algún momento Estados Unidos baja (como emisor de turistas), tenemos a Latinoamérica y Europa (...)“, afirma Schlipken, quien agrega que para el 2024 la mayor conectividad permitirá el arribo de cerca de 110.000 latinos.

En este sentido, las aerolíneas tienen un rol preponderante y quien va a la cabeza ofreciendo vuelos hacia “la isla feliz” es Wingo, la línea aérea de bajo costo de Copa Holdings que opera 10 vuelos semanales desde Colombia (4 desde Medellín, 4 desde Bogotá y 2 desde Cali).

“Nuestros vuelos hacia Aruba manejan cerca del 85% de ocupación. Le estamos dando una gran conectividad a la isla, Colombia es el único país de Latinoamérica que tiene tres rutas hacia Aruba y las tres las operamos nosotros”, destaca Jorge Jiménez, director comercial de Wingo.

Es que, de los 35.000 colombianos que viajan hacia Aruba, Wingo estima que está transportando el 40%, mientras que el resto se reparten entre Avianca y Copa Airlines.

“Estamos viendo un interés del colombiano por Aruba en los últimos meses. Es gente que ya conoce destinos como Cancún, Punta Cana o Santo Domingo y empieza a ver este país con bastante interés”, añade Jiménez.

La más reciente ruta inaugurada, entre Cali y Aruba, operará entre julio y agosto y entre diciembre y enero, con 13.400 sillas por año. Además, a las que ya ofrecía desde Bogotá y Medellín les agregó 4.500 sillas para la temporada alta, siendo esta isla el destino hacia el que la línea aérea de bajo costo más ha aumentado capacidad en 2023.

“La lección más importante es que estas rutas no solo dependen de colombianos yendo a la playa, sino de arubianos yendo a Colombia; ellos se están yendo a casar a Medellín, les gusta el turismo de rumba allá, o el de compras en Bogotá”, complementa el director comercial de Wingo.

Así las cosas, el interés por hacer turismo es de parte y parte, y en el caso de Aruba la apuesta por atraer más colombianos es decidida. Hoteles como el Courtyard by Marriott Aruba Resort, actividades como el buceo, cruceros en catamarán, recorridos por la playa e ir a conocer la planta de Aruba Aloe (un negocio en el que la isla es potencia), están entre las actividades que esperan a los viajeros que se animen a visitar este destino único.

Por: Diego Andrés Vargas Riaño

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