El hito constructivo conocido como el cale, que es el encuentro de los dos frentes de perforación, se lograría a finales de septiembre.
Los 240 metros que faltan por perforar en las entrañas de la cordillera occidental donde se construye el túnel del Toyo es tanto como ir de arco a arco y volver al punto de partida en la cancha del estadio Atanasio Girardot. Parece poco, como doblar a la vuelta de la esquina, pero la excavación de la roca, que es más bien tozuda a 800 metros de profundidad, es una tarea más que titánica.
El bautizado túnel Guillermo Gaviria Echeverri se abre paso para convertirse en el más grande de América Latina con sus imponentes 9,7 kilómetros. Con un promedio diario que oscila entre los 5 y 10 metros excavados, la meta de que los dos frentes de excavación se encuentren y caiga la última pared que separa los extremos del megatubo vial se daría en septiembre.
Ese hito ya se logró en marzo pasado en la galería de rescate, un túnel que se construye de forma paralela al conducto principal y que servirá para atender de manera rápida y segura cualquier novedad o emergencia que se presente en la infraestructura. Esta galería tiene 100 metros más de longitud que el túnel principal, aunque su sección interior es más reducida y solo ocupa una cuarta parte de este (25 metros cuadrados frente a 110 del túnel mayor). Ambas estructuras están unidas por pequeñas galerías de conexión de 40 metros de longitud, ubicadas cada 400 metros.
En todo caso, el cale del túnel principal se espera para la segunda mitad de septiembre. La Gobernación informó que solo faltan 240 de los 9.730 metros que en total tiene este tubo (un 97,5% de perforación).
La conexión del Toyo, en sus dos etapas, suma 39,5 kilómetros de vía nueva y un diseño de velocidad de 80 kilómetros por hora, lo que permitirá que el recorrido de Medellín a Urabá baje a solo 4,5 horas.
Representará una reducción de 25 kilómetros en la vía que conecta a Santa Fe de Antioquia con Cañasgordas, que hoy es de 62 kilómetros.
La etapa uno es propiamente el túnel Guillermo Gaviria Echeverri de 9,73 kilómetros, además, tendrá siete túneles anexos, 16 puentes y 4,4 kilómetros de vías nuevas.
Las cifras hablan de la dimensión de este megaproyecto que se construye con recursos de la Gobernación, la Alcaldía de Medellín y el Invías para unir las autopistas de cuarta generación Mar 1 (Medellín-Santa Fe de Antioquia-) y Mar 2 (Cañasgordas-El Tigre).
La longitud del proyecto es como poner filados 442 vagones del metro de Medellín; y se han excavado más de 1,5 millones de metros cúbicos, lo que se podría ejemplificar con una fila de volquetas que empiece en Medellín y termine en el Cabo de la Vela.
“Esta es la obra clave para materializar la Ciudad Larga de cuatro corazones y desatar todas las oportunidades que representa la conexión directa con nuestro mar en Urabá”, celebró el gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria.
La Ciudad de cuatro corazones a la que se refiere Gaviria es en la Agenda 2040 la que se convertirá en la médula del departamento, porque es donde hoy vive el 84,3% de la población. Propone una evolución del concepto que partió de la “ciudad de dos pisos”, que incluía a Medellín y el Oriente; siguió con la “ciudad de tres pisos” o “ciudad región”, sumando a Occidente; y ahora agrega a Urabá.
El Colombiano
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