La verdadera guerra que se libra en Barinas es por el control del poder entre Diosdado Cabello y Nicolás Maduro

La disputa por la gobernación en el estado bastión chavista deja al desnudo una de las batallas internas más importantes de a revolución bolivariana

La guerra que se desató en Barinas, por el control de la Gobernación, una vez que el opositor Freddy Francisco Superlano Salinas gana la gobernación, no se limita al control de un estado, tampoco a que sea el lugar de nacimiento de Hugo Chávez, sino que aflora una de las batallas internas más importantes que se libra en la revolución bolivariana por el control del poder, la de Diosdado Cabello vs. Nicolás Maduro.

Es tan importante la supervivencia para los bandos, en que la otrora poderosa revolución se revela débil sin los importantes aliados del Polo Patriótico y con la participación de apenas una parte de la Oposición que se presentó fragmentada, que el foco central de la disputa es Barinas por los antecedentes que rodean a la familia Chávez y su relación con el poder central.

Las elecciones fueron profundamente cuestionadas, aunque por primera vez, en 15 años hubo 130 representantes de la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea (MOE-UE), a quienes Nicolás Maduro terminó expulsando del país después que manifestaron irregularidades que presenciaron en el marco de los comicios.

En esa silenciosa guerra fría existe un factor determinante: los Chávez, quienes han controlado el poder en Barinas, hasta ahora con la derrota que sufrió Argenis de Jesús Chávez Frías. Durante años el gobernador fue Hugo de los Reyes Chávez, padre de los hermanos Chávez. Cuando por razones de vejez y salud ya no podía seguir, le tocó el turno a Adán Coromoto Chávez Frías y finalmente a Argenis.

Si bien es cierto que Hugo de los Reyes no fue señalado por corrupción, la historia del resto de la familia es distinta y la injerencia de sus hijos en negocios y contratos era escandaloso. Desde el principio de la llegada de Chávez al poder, su hermano Argenis aparecía en todas las denuncias por corrupción en contratos, lo que enfrentó a los hermanos entre ellos, pero aun así se mantuvieron en el poder regional, incluso después de la muerte del presidente.

Pero una cosa son los padres y hermanos de Hugo Chávez y otra muy distinta los hijos del mandatario fallecido, especialmente sus hijas María Gabriela y María Virginia Chávez Colmenares, a quienes Diosdado mostró desde el principio de la guerra interna como su bastión de apoyo. De ahí surge lo que internamente llamaron Los Verdaderos Hijos de Chávez, como respuesta a que Maduro se hace llamar “el hijo de Chávez”.

Una de las estrategias de Maduro fue sacar para EEUU a María Gabriela, la más emblemática de las hijas por su relación con Chávez, a quien acompañaba como una figura de primera dama después que él se divorciara de María Isabel de Chávez. Maduro la designa, el 13 de agosto 2014, como embajadora alterna de Venezuela ante la Organización de Naciones Unidas, cargo que la hija predilecta del mandatario fallecido aceptó y que le permitió disfrutar de una vida de privilegios.

Cuando Maduro la perfila internamente como figura clave de los Verdaderos Hijos de Chávez, empiezan a aparecer denuncias contra personas relacionadas con ella, entre esas el actor Manuel “Coco” Sosa, quien habría tenido una relación sentimental con la hija menor de Chávez; el actor fue detenido y el régimen se encargó de darla suficiente propaganda al hecho. María Gabriela guardó silencio, pero no se le volvió a mencionar como opción política y ella permaneció en EEUU hasta el 2019, cuando fue definitivo el derrumbe de la relación de Venezuela con los Estados Unidos.

La estrategia fue promocionar a la hija mayor, María Virginia Chávez, la presentó en su programa y en eventos especiales donde figuras incondicionales de Diosdado aseguraban que la mujer era “la más querida y la única que lograba controlar al Comandante cuando se molestaba”. Ese intento tampoco tuvo fuerza.

  







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