La estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) niega que los sucesos estén vinculados con el combustible, expertos lo cuestionan.
Gracias a Dios estamos vivos”, se consuela José Faría con el rostro envuelto en vendas por las quemaduras. Su taxi fue consumido por las llamas en Maracaibo, Venezuela, en medio de una epidemia de autos incendiados que trae cuestionamientos a la calidad de la gasolina.
“Todo fue muy rápido”, cuenta José, de 42 años, acostado en su cama con los vendajes que le recubren casi por completo la cabeza y los brazos. “La gente se asustó. Aunque intentaron ayudarnos, no había un extinguidor, no había arena, no había agua y, claro, el fuego creció y ya nadie pudo hacer nada”.
Del carro solo queda la hojalata calcinada en el estacionamiento de la línea de taxi.
José cuenta que estaba con su esposa Leydi esperando turno para abastecer combustible cuando escuchó un ruido en le asiento trasero. Al bajarse a ver qué pasaba vino la explosión que le causó quemaduras de segundo grado.
Leydi también fue alcanzada por el fuego en el antebrazo derecho, pero sus heridas son mucho menos graves.
“Perdimos nuestra fuente de trabajo, pero gracias a Dios estamos vivos”, insiste José con resignación.
Casos así vienen registrándose a diario. Los videos de carros incendiados en Maracaibo, otrora capital petrolera del país en el estado Zulia (noroeste, fronterizo con Colombia), inundan redes sociales.
El cuerpo de bomberos recibe una media de cuatro llamados por día por vehículos que, repentinamente, se incendian, según fuentes que piden anonimato por temor a represalias. Ocurre lo mismo en la línea telefónica de emergencia.
‘Fallas en las refinerías’
Aunque la estatal petrolera Petróleos de Venezuela (PDVSA) niega que los sucesos estén vinculados con la mala calidad de la gasolina que se despacha en Maracaibo, expertos lo cuestionan.
“Se han producido fallas en las refinerías” del complejo de Paraguaná, “encargado de procesar, refinar y distribuir los combustibles para el estado Zulia”, dice a la AFP Hugo Hernández Raffalli, exdirectivo de PDVSA.
La situación llevó a importar combustibles de “pésima calidad en detrimento del parque automotor local”.
Especialistas coinciden en que, por falta de solventes, se distribuye una gasolina muy corrosiva por una alta concentración de azufre, que daña las bombas de combustible y aumenta los riesgos de incendio.
Zulia sufrió por más de una década una escasez crónica de combustible, profundizada por el contrabando hacia Colombia mientras el Estado mantuvo descomunales subsidios -reducidos en 2020- que hacían que fuese prácticamente regalada.
Un huevo en un supermercado costaba en 2019 el equivalente a la insólita cifra de 90 millones de litros de gasolina.
‘No te das abasto’
Ibsen Chacín, de 52 años, revisó en su taller mecánico 25 autos con bombas de gasolina dañadas en un lapso de dos semanas.
“Los carros se quedan en plena vía y lo llaman a uno para que resuelva, pero a veces no das abasto por la cantidad de carros varados. Ellos (PDVSA) dicen que la gasolina está perfecta, pero, ¡qué va!”, dice. “Por muy malos que sean” los repuestos, “no es posible que solo duren días”, alerta.
María Urdaneta tuvo que cambiar siete veces en tres semanas la bomba de la gasolina de su camioneta.
“Vivimos en un estrés por si se te accidenta el carro o, peor, por si se te incendia”, dice esta comerciante de 47 años. “Esto no es normal, es una renta constante y un desgaste enorme. Si sigo a este ritmo, tendré que parar el carro y moverme en un scooter”.
La pila cuesta entre 15 y 30 dólares en un país en el que el salario mínimo equivale a solo 5,25 dólares mensuales, con bonificaciones extra por 70, aumentadas por el presidente Nicolás Maduro esta semana.
A la vez la venta de extintores se ha disparado, según comerciantes.
Son exhibidos en las vidrieras de las ferreterías como producto “premium”, con costos que oscilan entre 5 y 20 dólares.
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