Con cerca de 8.000 visitantes menos en promedio, venta de pasabocas y transporte se resienten.
Esta semana se cumplieron cuatro meses desde que Viva dejó de operar y el hueco que dejó afecta a comercio y transporte. FOTO ESNEYDER GUTIÉRREZ
La salida de Viva y Ultra ha sido un golpe difícil de asimilar para el turismo y los viajeros. Pero también, para los comerciantes y transportadores que se ganan la vida con el movimiento de gente en el Aeropuerto José María Córdova.
Según la administración del terminal, cuando todavía operaban las dos aerolíneas, recibían entre 35.000 y 38.000 personas por día. No obstante, hoy llegan entre 28.000 y 30.000 visitantes, o sea, hay una caída cercana al 21% en el peor de los escenarios.
Especialmente Viva estimuló una bonanza de usuarios que beneficiaba a todo el ecosistema. Hay que decir que en los 11 años que la compañía estuvo funcionando, se elevó el tránsito y, poco a poco, transportadores y comerciantes se fueron acostumbrando a una demanda que se destruyó hace ya cuatro meses.
Podría decirse que estos negocios están sufriendo el “contraefecto Viva”, pues el gran logro de esa aerolínea consistió en atraer a los usuarios de menor poder adquisitivo y darle al sector un nuevo aliento.
Horas sin pasajeros
En las puertas del sótano, las que dan salida a los viajeros que llegan, se ubican los transportadores. Ellos están en una situación difícil. El gerente del aeropuerto, Javier Benítez, detalló que el choque ha sido más fuerte para los buses y para los taxis que llenan el cupo haciendo colectivo.
“Obviamente hay menos viajeros y, posiblemente, suben y bajan menos al aeropuerto. Los pasajeros que se quedaron con las otras aerolíneas usan el transporte individual o tienen sus propios vehículos”, expuso.
Los conductores de Acoa —los taxis raya azul— comentaron que en las pantallas del José María Córdova se anunciaban entre 50 y 52 vuelos operados por Viva diariamente. Según sus cálculos, con el factor de ocupación promedio que traían esos aviones, se agregaba un flujo, mínimo, de 7.000 personas que salían a buscar transporte.
Desde luego, eso los tiene pasando angustia, especialmente a los que trabajaban con la modalidad de liquidación, porque tienen que cumplir con una meta mínima. Los que dividen el producido final con el propietario igualmente se van con menos plata para la casa.
Muchos de ellos manifestaron que las jornadas se les están alargando mientras buscan llegar a un punto de equilibrio financiero. Son 270 vehículos y una cantidad similar o superior de conductores los que luchan para sobrevivir a la tormenta.
Un veterano chofer que lleva 18 años en la empresa relató que la semana pasada hubo un día en que empezó turno a las 8:00 de la mañana y sacó el primer servicio faltando 20 minutos paras las 7:00 de la noche, “eso nunca había pasado”, exclamó, y varios compañeros confirmaron que el caso es reiterado.
Además, manifestaron que la competencia desleal por parte de los vehículos “piratas” y la subida del combustible les están dando una estocada “mortal”.
Buses a medio llenar
Los despachadores de Combuses, encargados de las rutas que recogen y descargan en San Diego y el Hotel Nutibara, también dieron fe del descuadre que les ha propinado la salida de Viva y Ultra.
“Las filas aquí eran muy largas y la verdad es que esto nos está afectando mucho. Antes de que saliera Viva, no existían frecuencias, ahora nos toca darle a cada bus un tiempo de espera de 40 minutos y con lo que alcance a recoger tiene que salir del aeropuerto, no importa si son seis pasajeros”, explicó una de las encargadas.
Para ellos, el desplome en los ingresos puede ser del 50% o inclusive mucho más, porque Viva era el principal alimentador y ni si quiera esta temporada de vacaciones les dio un alivio.
Ahora, las esperanzas están puestas en la Feria de las Flores, pero afirmaron que nadie les ha comunicado si la situación mejorará o se quedará igual. Todo es incertidumbre y no saben si la crisis podría derivar en recortes de personal. Hay que mencionar que nada más aquí son unos 31 buses con sus respectivos conductores los que tratan de aguantar.
Impacto desigual
El gerente del aeropuerto detalló que “por obvias razones, sí nos vemos afectados en el tráfico de pasajeros (...) Un ejemplo de ello es que la reducción entre abril de 2022 y abril de 2023 fue de 18%. Y en mayo, estamos hablando de un 15%”, comentó.
Al consultarle por la afectación de los locales comerciales, afirmó que es necesario separar las tiendas de ropa y artículos, de aquellas dedicadas a la venta de pasabocas populares como las empanadas, almojábanas y snacks de paquete.
“La realidad —dijo Benítez— es que el efecto no es negativo para el 100% de los locales. Sí hay una segmentación en los tipos de viajeros, y estos dos o cuatro locales de comida se han visto afectados, pero con el resto del comercio, vamos en números positivos, no son súper buenos como los del año pasado, pero no son negativos”.
“Podemos decir que el 98% del comercio está cumpliendo las expectativas de este año. Ese 2% que nos queda, pueden ser esos locales en los que ese tipo de viajeros eran los que más consumían. El efecto no fue tan impactante como lo imaginamos al principio”, agregó.
“Está muy solo”
Don Carlos tiene 71 años y lleva 28 de ellos dedicado a lustrar zapatos en el José María. En su jerga particular, este adulto mayor señaló que desde que “Chiva Colombia” paró los vuelos, todo se ve más solo.
“A mí eso no aporrea tanto porque la gente que viajaba en 'Chiva Colombia' usaba tenis y no pedían champú para limpiarlos. Pero unos pilotos sí eran muy buenos clientes, con esos sí me da duro. Los que sí están preocupados son los de la comida”, comentó.
Unos metros atrás, visitamos un local de artesanías y artículos curiosos. La encargada dijo que, en su caso, las ventas no se han visto tan mermadas porque los pasajeros que llegan en vuelos internacionales son sus principales clientes.
Sin embargo, confirmó lo que ya dijeron las otras fuentes: “Los que venden empanadas y ese tipo de cosas son los más afectados”. Entonces, llegó el momento de hablar con los comerciantes más damnificados.
En el área para ingresar a la sala de vuelos nacionales, no se veían las filas largas de antes para pasar por el punto de control. Antes de llegar ahí, los viajeros desfilan frente a un local que exhibe todos esos alimentos de la tradicional masa amarilla: empanadas, pasteles de pollo y arepas de huevo.
Pero en el lapso en que nos detuvimos en el sitio —unos 20 minutos— solo quien escribe este texto y el fotógrafo que lo acompañaba se tomaron un café.
En ese momento, toma sentido aquella frase humanista que sentencia: “No importa si las estadísticas hablan de 1% o de 2%, en esas tasas porcentuales se oculta el drama de toda una familia”.
Detrás del mostrador en el que se venden todos los pasabocas, hay dos personas esperando compradores y una de ellas indicó que “las ventas se han bajado más de la mitad”. Quien trabajaba a su lado agregó que están preocupados porque entienden que el arriendo del local es costoso y con la caída en los ingresos, temen que en algún momento llegue un anuncio de esos que ningún trabajador quiere escuchar.
¿Mejorará la situación?
Desde la óptica del gerente del aeropuerto, el movimiento de pasajeros y visitantes tiene tendencia a normalizarse y se refirió a los planes que tienen las demás aerolíneas para ir cubriendo el hueco de Viva y Ultra.
“El próximo año, lo que entendemos es que van a traer más aviones para atender esa demanda que dejaron, esperamos que con eso podamos mantener el crecimiento”, mencionó.
De hecho, Federico Pereira, director de operaciones de Avianca, reveló esta semana que se firmaron contratos para adquirir diez aeronaves que eran utilizadas por Viva.
Entre algunos comerciantes y transportadores hay un poco más de escepticismo, porque entienden que las tarifas de las demás aerolíneas se ajustaron para competir con las low cost, pero saben que los tiquetes están más costosos y no ven tan fácil recuperar a esos viajeros de billetera modesta.
Hay una dificultad adicional: en mayo, el incremento acumulado en el costo del transporte aéreo, según el Dane, fue de 29,4% frente al mismo mes de 2022 y desde el gremio turístico han manifestado en diversas oportunidades que esto afectará el apetito por los viajes recreativos.
La Asociación Colombiana de las Agencias de Viajes y Turismo (Anato) citó cifras de Procolombia para indicar que, a mayo, la reacomodación del mercado aéreo en el país era lenta, pues apenas se había recuperado el 1% de las frecuencias que quedaron descubiertas.
“Por eso se hace imprescindible acelerar la inclusión de nuevas aerolíneas en el país, con una previa verificación o análisis de su músculo financiero”, apuntó Paula Cortés, la presidenta de Anato.
Una queja que nadie escucha
Los conductores de Acoa le dijeron a este diario que desde hace tiempo se agravó la situación de competencia informal en el Aeropuerto José María Córdova. Aseguraron que la oferta de particulares sin permisos ni seguros para transportar usuarios está creciendo sin control y nuevamente piden acompañamiento de las autoridades, pues desde su óptica la institucionalidad debería arropar a quienes cumplen con el pago de pólizas e impuestos. Hicieron un llamado a las directivas de su propia empresa y a la administración del aeropuerto para buscar una solución a la problemática.
El efecto para el tráfico aéreo este año
Javier Benítez, gerente del Aeropuerto José María Córdova, proyectó que la movilización de pasajeros este año podría totalizar cerca de 11 millones desde esa terminal. Así lo estimó al explicar que enero y febrero cerraron con movimientos de entre un millón y 1,1 millones de pasajeros, siendo los últimos dos meses en los que funcionaron Viva y Ultra Air. En la actualidad, según sus cuentas, “ahora estamos hablando de 900.000 o 930.000 pasajeros al mes”. Sobre los ingresos del aeropuerto, afirmó que, con la salida de las aerolíneas, se vieron un poco afectados por concepto de las tasas aeroportuarias.
Por: Juan Camilo Quiceno Ramírez
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