Hay profesiones que nunca paran, y la abogacía es una de ellas. Tener que estar todo el día con el ordenador a cuestas, estar pendiente de recibir notificaciones o entregar en plazo escritos hace que afecte también a la vida personal.
La carga de trabajo es tan intensa y absorbente que puede llegar a perjudicar a las relaciones de pareja, por lo que Confilegal ha charlado con dos abogados para que le cuenten su experiencia en este ámbito.
Alba Font es una abogada generalista de Córdoba y lleva
casada 30 años con su marido, también letrado. Compartir profesión les ha
provocado «alguna que otra pelotera» aunque tienen una buena relación.
«Discutimos mucho, pero de buen
rollo, porque el derecho no es una ciencia exacta y si mi marido me hace una
consulta de un procedimiento que lleva él o al revés, hay veces que
tenemos distintos puntos de vista a la hora de
tomar un asunto y eso es motivo de discusión».
Al fin y al cabo, dedicarse a lo
mismo le hace tener alguna confrontación.
Trabajan en casa juntos tras dejar
hace años su despacho situado en el centro de la provincia andaluza cuando su
marido se incorporó a la profesión. Antes trabajaba en la banca y hace 8 años
decidió dar un giro en su vida y dedicarse a la abogacía, que era lo que
siempre le había gustado.
Tenían su despacho a 15 kilómetros de
casa y como sus hijos ya se habían independizado, vieron que era lo más cómodo.
Al principio cada uno trabajaba en
una habitación pero al final «mudaron» sus escritorios al salón para trabajar
«codo con codo», lo que les hace no desconectar nunca.
«A veces le digo que hay que parar,
porque, por ejemplo, estamos tomando una copa y empezamos a hablar de trabajo».
En esos momentos «le tengo que cortar la
conversación porque si no, es imposible»
«No es que nos afecte en serio a la
relación pero hay veces que es necesario parar. Como se ha incorporado a la
profesión muy tarde lo ha cogido con muchas ganas y claro, yo que llevo más
años que él, 25 años, estoy un poco saturada, por lo que no son discusiones
graves, si no a nivel profesional».
Reconoce que se pasan todo el día
hablando de trabajo. «Si
el día tiene 24 horas, hablamos 25,
es el inconveniente que tiene trabajar en casa y al final cualquier
conversación que se saque se enfoca al tema jurídico. Si estamos viendo las
noticias y sale un asesinato, lo comentamos, y si estoy en Twitter y me pongo a
ver sentencias y también las comentamos».
De vez en cuando hacen escapadas para desconectar. Ahora se va a casar su hija fuera de España y han
pedido ayuda a compañeros para que les sustituyan en juicios, aunque eso sí, se
va con el ordenador en la maleta.
Carlos Zurita es un abogado de Tenerife especialista en
derecho bancario y mercantil. Su relación con su pareja es muy buena, ella es
médico y está estudiando el MIR para poder especializarse, por lo que también
está «hasta arriba» de estudio.
Aunque reconoce que el exceso de
trabajo sí afecta a la relación de pareja, lo cierto es que ella lo entiende perfectamente. «Es una santa», explica.
Por ejemplo, hace unas semanas
decidieron cogerse unos tres o cuatro días para ir a un hotel al sur de la isla
y desconectar. Nada más entrar por la puerta un cliente le mandó una
notificación que le había llegado, por lo que tuvo que dejar de atender a su
novia en esos momentos para ponerse con ello.
Reitera que tiene mucha suerte de tenerla como pareja porque es muy comprensiva y sabe que tiene a
clientes de iguala y les tiene que coger el teléfono. Con ellos hay que tener
cierta excelencia porque, si no, pueden pensar en no pasar una cuota.
Pero sí que es cierto que, en
ocasiones, ella le ha pedido desconectar unas horas en un momento determinado y
ha podido adaptarse. Cuando por ejemplo viene un aniversario o una fecha
concreta procura adelantar trabajo o prevenirlo los días de antes para poder estar más
despejado.
Asimismo, destaca que esto es algo que
sabe que también le ocurre a otros compañeros. «Por desgracia nuestra profesión
es así, sabemos que podemos irnos a algún sitio y que puede pasar algo, pero
hay que buscar momentos para desconectar y tener
una pareja que lo entienda».
«Nosotros nos dedicamos a defender
los derechos de todo el mundo pero los únicos que no tenemos derechos somos
nosotros», porque si los clientes no encuentran a su abogado para que resuelvan
el problema, se van a ir a otros.
«Debería de haber determinadas
maneras para garantizar mínimamente nuestro descanso, la vía administrativa
debería pararse un poco».
Por: Blanca Valdés. Confilegal
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