Lo que pasa en Arauca

La ONU y los mecanismos especiales de verificación al cese del fuego están en la obligación de considerar y analizar la inestable situación de orden público en Arauca que puede terminar teniendo graves consecuencias en departamentos vecinos y en la zona de frontera.

Esa ‘guerra’ desatada en territorio araucano entre la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (Eln) y el Estado Mayor Central de la disidencia de las Farc puede terminar muy mal, como toda acción bélica.

Los primeros resultados son delicados y para el ciudadano plantean dudas e inquietudes sobre las verdaderas intenciones de paz del grupo subversivo, puesto que aunque el enfrentamiento es con otro grupo ilegal, hay un actor que siempre lleva las de perder, como lo es la población civil, debido a las hostilidades que terminan desatándose.

Se trata del confinamiento y el desplazamiento que en su momento dejó de manifiesto la Defensoría del Pueblo al referirse a los hechos desatados en torno a estos combates entre ambas organizaciones en el sector de Puerto Rondón, en el vecino Arauca.

Norte de Santander ya ha sabido lo que esta clase de enfrentamientos terminan produciendo, la llegada de familias que huyen de tierras araucanas en búsqueda de refugio en este departamento, como ha sucedido en otras oportunidades, desatando una crisis humanitaria.

Medios internacionales, como por ejemplo la agencia AFP, en sus despachos al exterior contrastaron que mientras en Caracas el Eln negociaba acciones humanitarias con el Gobierno Nacional, en el terreno recrudecía sus enfrentamientos con disidentes de la antigua guerrilla de las Farc.

Aquí hay otro elemento que llama la atención y es que la otra fuerza contra la que choca el Eln, es la comandada por Iván Mordisco, que precisamente ha anunciado de manera conjunta con el gobierno del presidente Gustavo Petro, la reanudación de los contactos para explorar de nuevo las negociaciones de paz.

Esos combates, como el mencionado, donde murieron nueve personas y cinco resultaron heridas, son los que provocan desazón y le restan apoyo ciudadano a estos planes de negociación y a los ceses del fuego, porque hay delgadas líneas por donde se escapan las balas y los ataques al enemigo, en búsqueda de consolidación territorial.

La guerra de Arauca debería ser tomada con pinzas por los observadores internacionales, los verificadores internos, las delegaciones y la oficina del Comisionado de Paz, para que en una especie de laboratorio se diseccione y todos sus impactos negativos sean evaluados.

Es que esta parte gris del proceso de cese bilateral tiene que ser neutralizada porque tiende a convertirse en la puerta giratoria por la que esa guerrilla o esa disidencia, tienen la oportunidad de expansión y de tornarse poderosos en el manejo de economías ilegales y de hostilizar a las poblaciones, pese a que en la mesa hablan de negociar acciones humanitarias.

Por ejemplo, resultaría importante que ya mismo el acuerdo de Caracas en la cuarta ronda de negociaciones con el Eln que establece los principios y enfoques con los que se espera que el cese cumpla su propósito humanitario, se aplique inmediatamente en Arauca y en los departamentos de la frontera con Venezuela donde hace presencia la guerrilla guevarista.

Eso sería un acto real de compromiso con la comunidad que en los territorios es la que sufre en carne propia los efectos de un conflicto que sigue acrecentándose.

Esta parte gris del proceso de cese bilateral tiene que ser neutralizada porque tiende a convertirse en la puerta giratoria por la que esa guerrilla o esa disidencia, tienen la oportunidad de expansión y de tornarse poderosos en el manejo de economías ilegales y de hostilizar a las poblaciones, pese a que en la mesa hablan de negociar acciones humanitarias.

Editorial La Opinión

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