MIGUEL GUTIÉRREZ (EFE
En el complejo escenario político venezolano, una figura se destaca como un potencial factor de cambio: el candidato opositor Luis Eduardo Martínez. A medida que el país se prepara para las elecciones presidenciales del 28 de julio, la candidatura de Martínez ha ido ganando terreno entre otros candidatos y la base popular tanto dentro de Venezuela como en el mundo.
En medio de acusaciones de colaboración entre ciertas facciones de la oposición y el régimen chavista para socavar a grupos anti-Maduro más ortodoxos, la carrera por la presidencia ha adquirido una dinámica matizada. Dos candidatos de este grupo, que han encontrado terreno común dentro del chavismo, redirigieron rápidamente su apoyo hacia un candidato unificado capaz de desafiar a la oposición anti-Maduro. Esta movida consolida efectivamente el capital político de María Corina Machado, quien, a pesar de estar impedida de competir, sigue gozando de un sólido apoyo popular.
Juan Carlos Alvarado y Luis Ratti formalizaron la retirada de sus candidaturas presidenciales en favor de Luis Eduardo Martínez, de Acción Democrática, quien se destaca como uno de los principales en las encuestas entre los peor posicionados y ha afirmado ser el único candidato al que Nicolás Maduro cedería el poder en caso de derrota.
Por otro lado, Primero Justicia, una de las principales organizaciones de la oposición venezolana fundada por figuras como Julio Borges y Henrique Capriles Radonski, ahora estará bajo el control de la corriente liderada por José Brito, un disidente conocido que se ha enfrentado abiertamente a la dirección del partido. Brito también se ha inscrito como candidato presidencial con una plataforma que ha denominado "Plan B".
Brito, expulsado de Primero Justicia en 2019 por presuntas negociaciones secretas con el chavismo para aligerar expedientes de corrupción, niega vehementemente las acusaciones y ha fundado Primero Venezuela. Su entrada en la contienda presidencial ha atraído a otros líderes opositores, incluido el ex preso político Daniel Ceballos, quien también se ha inscrito como candidato y ha roto con la línea oficial de otras organizaciones opositoras.
Estos candidatos, si bien critican el extremismo dentro de la oposición, evitan abordar las graves violaciones de derechos humanos en Venezuela en los últimos años, como detenciones arbitrarias, desapariciones y torturas. Su postura hacia el Palacio de Miraflores y los casos de corrupción más notorios es notablemente más indulgente, lo que plantea interrogantes sobre su compromiso con la democracia y los derechos humanos en el país.
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