"En río revuelto, ganancia de pescadores": La crisis humanitaria en Norte de Santander y los ‘avivatos’ del conflicto armado


La escalada violenta entre el ELN y las disidencias de las Farc en la región del Catatumbo ha desatado una crisis humanitaria de grandes proporciones en Norte de Santander. Desde que se intensificaron las confrontaciones, miles de personas han huido de sus hogares, buscando refugio en las ciudades receptoras de desplazados como Ocaña, Tibú y, especialmente, Cúcuta, que ya reporta la llegada de más de 18.200 refugiados en la última semana.

Sin embargo, en medio del caos y el sufrimiento de las víctimas, ha surgido un fenómeno que indigna tanto a las autoridades como a las comunidades: los llamados ‘avivatos’. Estas personas, haciéndose pasar por víctimas de desplazamiento forzado, han intentado aprovecharse de las ayudas humanitarias destinadas a quienes verdaderamente enfrentan las terribles consecuencias del conflicto armado.

La realidad en las ciudades receptoras

En ciudades como Ocaña, Tibú y Cúcuta, los albergues temporales y los puntos de atención humanitaria se han desbordado por la magnitud de la crisis. Familias enteras llegan con lo poco que lograron rescatar, buscando un techo, alimentos y atención médica. Pero entre los verdaderos desplazados, las autoridades han identificado a personas que, mediante engaños, intentan registrar nombres falsos o inventados para acceder a las ayudas humanitarias.

En Cúcuta, epicentro de la crisis, las autoridades han reforzado los mecanismos de control para garantizar que las ayudas lleguen a quienes realmente las necesitan. Según la Secretaría de Seguridad Ciudadana, en articulación con la Policía Nacional y la Fiscalía General, se están utilizando sistemas de verificación como la base de datos del Sisbén para validar la procedencia de los desplazados. Este sistema permite comprobar si quienes se presentan como víctimas realmente residen en zonas afectadas por el conflicto armado.

Un desafío para las autoridades

El uso del Sisbén como herramienta de verificación es una de las estrategias implementadas para evitar el fraude y garantizar la transparencia en la entrega de ayudas. Sin embargo, las autoridades enfrentan un gran desafío: la magnitud del desplazamiento y la complejidad de la emergencia dificultan la supervisión rigurosa de cada caso.

Funcionarios encargados de los registros señalan que algunos de los ‘avivatos’ son personas que viven en sectores cercanos, pero que no han sido directamente afectadas por la violencia. "No es justo que quienes realmente están huyendo de la guerra tengan que competir por las ayudas con personas que intentan sacar provecho de esta tragedia", expresó un líder comunitario en Cúcuta.

La solidaridad bajo presión

Pese a la situación, la solidaridad de las comunidades receptoras ha sido un pilar fundamental para atender la emergencia. Organizaciones sociales, fundaciones y ciudadanos se han movilizado para donar alimentos, ropa y elementos básicos. No obstante, el impacto de los ‘avivatos’ no solo pone en riesgo la distribución justa de los recursos, sino que genera tensiones y desconfianza entre los desplazados y los equipos humanitarios.

Las autoridades han hecho un llamado a la ciudadanía para que actúe con responsabilidad y solidaridad. "Estamos trabajando para identificar a las personas que intentan abusar de este sistema y, al mismo tiempo, garantizando que los verdaderos afectados reciban la atención que necesitan", afirmó un funcionario de la Fiscalía en Cúcuta.

Un panorama desolador

Mientras el conflicto armado sigue cobrando vidas y desplazando familias en el Catatumbo, la crisis en las ciudades receptoras se intensifica. Las autoridades locales y nacionales, junto con las organizaciones humanitarias, enfrentan no solo el reto de atender a miles de desplazados, sino también de combatir las prácticas de quienes buscan beneficiarse de manera injusta en medio del sufrimiento colectivo.

En esta coyuntura, la vigilancia y la transparencia serán claves para garantizar que las ayudas lleguen a quienes realmente lo necesitan. Y, sobre todo, que la solidaridad no se vea empañada por el oportunismo de unos pocos que buscan ganar en río revuelto.

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