La ULA atraviesa el peor momento en sus 238 años de historia

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Sin presupuesto, sin providencias estudiantiles y con deserción de alumnos y maestros./foto

La Universidad de Los Andes (ULA), una institución que atiende a estudiantes de los estados Táchira, Mérida y Trujillo, atraviesa la situación más difícil en sus 238 años de historia, sin presupuesto, sin providencias estudiantiles y con deserción de estudiantes y maestros.

De acuerdo con los datos aportados por el rector de la ULA, Mario Bonucci, desde el Núcleo Pedro Rincón Gutiérrez, para el 2020, del presupuesto asignado a la casa de estudios, que era deficitario, solo le entregaron el 50%; en el 2021 solo el 10% del presupuesto en bolívares, que si lo hubiesen transformado a divisas representaba el 1% del dinero.

La nómina de la casa de estudios está integrada por 14.000 empleados, de los cuales, el 60% son profesionales jubilados que laboran de manera gratuita. Ahora también existe un 10% de deserción de profesores, por ende, hay cargos vacantes que no se llenan, refirió el rector, quien confesó que gana menos de 100 dólares y sobrevive gracias a remesas que le envía su familia desde España.

“Si un estudiante quiere comer, tiene que pagar, si un estudiante quiere dormir, tiene que pagar su residencia. Esta política está obligando a que podamos afirmar que, por la vía de los hechos, este Ministerio de Educación Universitaria privatizó la educación”, expuso Bonucci.

En caso concreto, el rector narró que la persona que se encarga de realizar la formulación presupuestaria, que tiene mucha preparación académica, los fines de semana vende verduras en un mercado, con el propósito de poder trabajar entre semana en la casa estudios superiores. En medio de estas condiciones, la ULA recibió de parte de la Universidad Católica Andrés Bello, del Centro de Políticas Públicas y de Gobierno, el premio Construcción de Valores Democráticos.

Algunos núcleos de la institución funcionan con mayores carencias, como el de, El Vigía, estado Mérida, el cual se ubica en una hacienda que fue invadida, pero en todas las sedes hay dificultades e inseguridad, pese a que han diseñado formas de generar ingresos a través de cursos que sirven para el mantenimiento mínimo de los laboratorios, pero que no alcanzan para pagar la nómina.

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