Medellín marca un hito en la inclusión: primera película doblada en Lengua de Señas Colombiana

La Universidad de Antioquia, junto a la Fundación EPM, la Cinemateca Municipal y la Corporación La Rueda Flotante, lideró un proyecto pionero que convierte el cine en una experiencia accesible para las personas sordas y sordociegas.


Fue en Medellín, y lograrlo requirió más de dos meses, 162 horas de trabajo y la participación de 30 personas decididas a hacer posible que una persona con silencio perpetuo pudiera vivir cada emoción de una película sin barreras. El resultado fue histórico: la primera película doblada a la Lengua de Señas Colombiana (LSC), presentada en septiembre en el Parque de los Deseos ante más de 400 espectadores.

La cinta elegida para este hito fue Me llamo Gennet, dirigida por el español Miguel Ángel Tobías, una historia real que narra la vida de una mujer etíope que se convirtió en la primera persona sordociega en obtener un título universitario en Europa.

Dar vida a más de 20 personajes durante una hora y media de historia implicó 85 horas de grabación y 77 de posproducción. En la tarea participaron 10 traductores y 20 intérpretes sordos y oyentes de la Escuela de Idiomas y del Servicio de Traducción e Interpretación en Lengua de Señas (SETI) de la Universidad de Antioquia, quienes asumieron el desafío de traducir no solo palabras, sino emociones, metáforas y silencios.

“El valor de esta producción radica en que profesionales sordos participaron en todas las etapas, lo que permitió una traducción rigurosa, capaz de responder a preguntas como: ¿qué transmite la música? o ¿cómo acercar al público a un contexto cultural diferente?”, explicó Santiago Parra Gil, coordinador del SETI.

El proceso exigió un profundo ejercicio de decodificación del lenguaje cinematográfico. Traducir una película a la Lengua de Señas Colombiana no consiste en un simple doblaje visual: implica interpretar sonidos, melodías y sensaciones. “Tocar el cine a través de la lengua de señas, traducir metáforas de una lengua oral y hasta llevar una melodía al lenguaje de señas fue un gran reto y, al mismo tiempo, una experiencia invaluable”, relató Luis Forero, intérprete y líder de producción, quien también pertenece a la comunidad sorda.

La experiencia marca un paso decisivo en el camino hacia un cine verdaderamente inclusivo, donde la comunicación no dependa solo del oído o la vista. En Colombia, según cifras del DANE y el Ministerio de Salud, existen alrededor de 555.000 personas con discapacidad auditiva y 56.000 con sordoceguera, lo que refuerza la urgencia de abrir los espacios culturales a todas las formas de percepción.

Medellín ya ha dado otros pasos significativos en esta dirección. En 2021, el Parque Explora desarrolló una experiencia sensorial pionera que permitió a personas ciegas y sordas explorar su acuario mediante el tacto, la narración oral y la interpretación en lengua de señas, eliminando los “muros sensoriales” entre los visitantes y el mundo submarino.

El primer doblaje en LSC forma parte del Ciclo de Cine Inclusivo de Medellín, una alianza entre la UdeA, la Fundación EPM, la Cinemateca Municipal y la Corporación La Rueda Flotante. Desde septiembre, el ciclo ha presentado películas como ¿A qué suenan tus ojos? y Sorda, todas con funciones gratuitas, subtítulos adaptados, audiodescripción e intérpretes en vivo.

La iniciativa continuará hasta diciembre con dos proyecciones más, incluida nuevamente Me llamo Gennet, el 4 de diciembre en el edificio de Extensión de la Universidad de Antioquia. Además, se ofrecerán conversatorios y experiencias sensoriales para invitar al público a “sentir el mundo desde el lugar del otro”.

“Este modelo demuestra que es posible hacer cine accesible desde la academia y con participación activa de la comunidad sorda. Queremos que sirva como ejemplo y réplica para otras instituciones del país”, concluyó Santiago Parra.

Con este logro, Medellín no solo se consolida como una ciudad innovadora, sino como una urbe que avanza hacia una cultura verdaderamente inclusiva, donde el arte, el lenguaje y la sensibilidad se convierten en un puente que une las diferencias.

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