Un salario mínimo que divide opiniones en el umbral del 2025


La noche del 24 de diciembre, mientras millones de colombianos compartían la Nochebuena en familia, el presidente Gustavo Petro anunció un incremento del 9,54% en el salario mínimo para el año 2025. La cifra final, que alcanza $1.423.000 mensuales, llegó acompañada de debates, contrastes y reflexiones sobre el panorama laboral y económico del país.

El aumento de $123.500 con respecto al año anterior, sumado al auxilio de transporte de $200.000, deja el ingreso mínimo mensual en $1.623.000. Una cifra que representa un alivio para algunos y una lucha permanente para otros en medio de la desigualdad social y económica de Colombia.

El peso del mínimo en los hogares

En un país donde el 15% de la población económicamente activa —unos 3,3 millones de personas— devengan el salario mínimo, la noticia significa más que una cifra en papel. Para miles de familias, el aumento podría representar la diferencia entre comprar el mercado completo o hacer recortes, pagar el arriendo puntualmente o enfrentar deudas. Sin embargo, las voces críticas no tardaron en emerger.

"El incremento es insuficiente frente al costo de vida actual. La inflación ha golpeado muy fuerte, y aunque es un avance, no compensa los aumentos en servicios públicos, alimentos y transporte", expresó Sandra Ramírez, empleada de un supermercado en Medellín, quien asegura que cada mes su presupuesto se ajusta a lo mínimo indispensable.

Colombia en el tablero regional

Convertido a dólares, el salario mínimo colombiano para 2025 se sitúa en aproximadamente US$322 con la tasa de cambio actual, lo que posiciona al país en el sexto lugar entre los salarios más bajos de América Latina. Una realidad que, a pesar de los esfuerzos, refleja las desigualdades estructurales de la región.

En contraste, Costa Rica lidera con un salario mínimo de US$675, más del doble que el de Colombia, seguido por Uruguay (US$556) y Chile (US$532). Economías como las de Bolivia y Brasil, aunque menos industrializadas que otras en la región, superan a Colombia con mínimos de US$362 y US$360, respectivamente.

Por otro lado, países como Perú (US$270), Argentina (US$163) y Venezuela (US$3,53) quedan rezagados, con salarios que apenas alcanzan a cubrir las necesidades básicas.

Un espejo frente a la OCDE

El ingreso mínimo de Colombia no solo evidencia desafíos en el contexto regional, sino también frente a los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Con US$322, Colombia ocupa el penúltimo lugar, solo por encima de México (US$292).

Mientras tanto, las economías más desarrolladas, como Suiza (US$4.517), Australia (US$2.997) e Islandia (US$2.951), ostentan salarios mínimos que superan en más de 10 veces al colombiano, dejando en evidencia las brechas entre las naciones.

La promesa del gobierno y las voces del pueblo

El presidente Petro defendió la medida como un paso hacia la justicia laboral y el fortalecimiento del poder adquisitivo de los trabajadores. Sin embargo, analistas económicos advierten que el reto está en generar empleos formales que permitan a más colombianos acceder a beneficios como el salario mínimo.

A pesar del incremento, el contraste entre los altos índices de inflación y el costo de vida sigue dejando a muchos con la sensación de que el aumento es insuficiente.

En las calles, el sentimiento es mixto. Para algunos, el anuncio fue un regalo de Navidad esperado. Para otros, un recordatorio de que el verdadero desafío está en equilibrar las balanzas económicas, sociales y laborales en un país donde los extremos conviven de manera incómoda.

La historia del salario mínimo en Colombia para 2025 se escribe, como tantas otras, con los matices de una nación que sigue buscando su camino entre las desigualdades del presente y las promesas de un futuro mejor.

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